–¡Acelera! –exclamó poco antes de llegar al puente levadizo, mirando hacia atrás para caer en la cuenta de que ya nadie les perseguía.
En ese momento la angustia se apoderó de él. El puente se abrió, tenían el tiempo justo para cruzarlo. Sin embargo no conseguía recordar por qué estaban huyendo, ni quién era esa joven que estaba a su lado conduciendo a toda velocidad.
Por suerte, todo era un sueño, un mal sueño, una pesadilla que se resistía a terminar. Aquella mañana, al abrir los ojos en medio del río, el agua les llegaba por las rodillas.
Publicado en Pezdeplata #86 (Edición 10-07-2011)
23/08/11 at 7:10 pm
Este texto ya lo había leído yo antes.
Maldita memoria, nunca está cuando la necesito y en cambio no deja de entonar siempre el mismo cántico.
No recuerdo donde, no recuerdoooooooooo
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23/08/11 at 7:12 pm
es evidente que el texto, definitivamente, es inolvidable…
será que es muy bueno, Gaby?
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23/08/11 at 7:15 pm
Allan?
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23/08/11 at 7:15 pm
Me ha recordado a aquello de:
«¡Mira, un Airbus precipitándose en llamas hacia el centro de la ciudad! ¡Rápido, pide un deseo!»
Claro que yo estoy perturbada.
Besos con arena de playa.
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23/08/11 at 10:34 pm
Lo bueno nunca se olvida 🙂
Estoy contenta.
Besos
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26/08/11 at 2:33 am
En la vida real no hay puentes, verdad? Me ha gustado mucho.
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26/08/11 at 10:44 am
Hay chicas listas por aquí, que resuelven los misterios enseguida.
Yo solo había tenido un dejá vu.
Besos. Claudia
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28/08/11 at 12:40 am
despertarse a la pesadilla,
muy buen relato, me sumo al blog.
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28/08/11 at 4:07 pm
¿qué es realidad y qué sueño?
has conseguido dejarnos con la incertidumbre.
biquños,
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29/08/11 at 11:46 pm
Este creo recordarlo; me gustaba, y me sigue gustando.
Ando por aquí, aunque no me veas de luna presente
Un abrazo con brazo y beso
Ío
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